Entre los ocho parques naturales que se encuentran en la provincia de Castellón, el más sorprendente es, sin duda el Prat de Cabanes-Torreblanca. Un espacio de marjal paralelo al mar que surgió de una antigua albufera datada hace más de 6000 años y en el que la huella del hombre y el tiempo, lo ha convertido en la actualidad, en un paraíso de avistamiento de aves.
El parque se encuentra en una franja litoral de más de 7 kilómetros de largo y con una superficie de 912 hectáreas ubicadas entre los términos de Cabanes y Torreblanca.
Los depósitos de arrastre del rio Cuevas, crearon una restinga que formó una laguna. Los habitantes de la zona, durante siglos trataron de dar uso a estas tierras, desecándolas en parte, utilizándolas para cultivo de arroz en el humedal; creando canales de agua, extrayendo turba para uso agrícola, utilizando las zonas altas para ganadería y huerta. De hecho esos movimientos de tierras son los que ahora han otorgado el singular paisaje que conocemos con lagunas, azarbes, caminos entre juncos y hasta las ruinas de un antiguo cuartel de carabineros.
Entre el característico cordón de cantos rodados con que besa el Mediterráneo y las declinaciones de la montaña, se extiende un terreno en el que tres ecosistemas vegetales: el saladar, el acuático y el palustre. Allí se pueden contemplar especies como la mielga marina, la oruga de mar o la adormidera marina. Pasear entre sus carrizales y juncos, te traslada a un espacio donde el tiempo se mide en los horarios de su fauna.
Precisamente, su ubicación litoral y esos la convivencia de aguas saladas y dulces, lo han convertido en un paraíso de las aves. En un lado, las que allí se establecen como propias del entorno y, por otro, las que acuden a nidificar en el invierno y que llegan de las migraciones del norte de Europa.
Dotados de prismáticos y olvidándonos del reloj, según la época del año, seremos capaces de observar especies como la canastera, el aguilucho cenizo, el carricerín real, cigüeñuelas, el pato colorado, el chorlitejo patinegro, el avetorrillo, el aguilucho lagunero, el martín pescador, el cormoran grande o el águila pescadora.
Una riqueza de biodiversidad que se complementa con otras especies únicas en el entorno y, en algún caso, como el de el “fartet” y “samaruc”, dos especies de peces de minúsculo tamaño en riesgo de extinción, en uno de los pocos lugares donde todavía subsisten. Además, el Prat es refugio de conservación también del galápago europeo y, entre sus mustélidos, además, de la comadreja, ahora también se cuenta con nutrias.
El Centro de Interpretación del Parque programa actividades abiertas al público de manera mensual y concierta visitas guiadas para grupos y escolares.
El parque cuenta con cuatro rutas, casi llanas y perfectamente señalizadas para poder recorrerlo y conocerlo. Además, uno de estos itinerarios está adaptado para personas con movilidad reducida, lo que permite a todo el mundo, sumergirse en una experiencia inigualable de comunión con la naturaleza. En sus extremos, Torrenostra y Torre la Sal, se encuentran playas ideales para tomar el baño y, dentro del parque junto a las ruinas del antiguo cuartel de carabineros, se encuentra también una playa naturista.